Los conceptos de actitud y aptitud pueden ser fácilmente confundidos, pues no solo se escriben de un modo parecido, sino que su significado tampoco es tan distinto. Sin embargo, si entramos a analizar el sentido completo de cada una de estas palabras, pronto nos daremos cuenta de que las diferencias son importantes entre ellos, tan a modo personal como profesional. Conocer estas diferencias es esencial si se busca cambiar o mejorar alguna de ellas.

¿Qué es la actitud?

La actitud hace referencia al modo en el que se comporta una persona ante una determinada situación, ya sea en el empleo o en su vida privada. Es, pues, un comportamiento interno que se va adquiriendo a lo largo de la vida y se va moldeando en función de las experiencias individuales.

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¿Qué es la aptitud?

La aptitud, por su parte, hace referencia a la capacidad de una persona a la hora de desarrollar una determinada actividad. Así, la aptitud también se puede definir como aquella habilidad natural de una persona a la hora de adquirir conocimientos o de desenvolverse correctamente ante cualquier situación.

En este punto, también resulta fundamental hacer una pequeña diferencia entre la aptitud y la habilidad. Mientras que la actitud hace referencia a la capacidad innata de aprender, la habilidad es la capacidad de desarrollar esta capacidad innata que nos hace adecuados para ciertos tipos de tareas.

Actitud y aptitud: diferencias básicas

Como hemos visto, la actitud hace referencia a la manera de ser de una persona. Es su carácter, su personalidad y su temperamento. Se trata de aquellos rasgos que nos hacen ser y actuar de un modo determinado ante las situaciones de la vida. Sin embargo, la aptitud es aquel conjunto de habilidades que poseemos desde nacimiento y que vamos desarrollando a lo largo de nuestra vida.

Tanto en el entorno personal como en el profesional, dominar ambas de ellas resulta esencial. La actitud es la que nos abre puertas, la que nos permite mostrar al mundo nuestras fortalezas y debilidades, así como también la capacidad de respuesta que podemos ofrecer ante un problema.

Así, cuando hablamos del entorno profesional, tener una buena actitud significa estar dispuesto a aprender, ser puntual, tener pasión por las tareas a desarrollar y mostrar una buena capacidad analítica o de trabajo en grupo, entre otras. Por otro lado, la aptitud será la facilidad con la que aprendemos lo que se enseña; todos aquellos cursos, estudios que llevemos a cabo y superemos para mejorar en nuestras tareas y que nos permiten, por ende, avanzar hacia un futuro profesional mucho mejor.

¿Cómo se puede mejorar la actitud?

Mejorar la actitud es esencial a la hora mejorar la manera en la que se hace frente a los devenires de la vida. No solamente resulta importante a la hora de mantener un buen empleo, sino que también es crucial a la hora de saber entender las situaciones y buscas respuestas adecuadas, evitando comportamientos impulsivos que solo generan más complicaciones. Así pues, si se quiere mejorar la actitud, esta se debe trabajar.

Para empezar, resulta fundamental realizar un completo análisis de la personalidad. Pese a que es algo que puede parecer simple, no lo es tanto: requiere que la persona esté dispuesta a aceptar y valorar no solamente sus fortalezas, sino también sus debilidades. Es preciso hacer una crítica constructiva del propio ser y, a partir de los resultados, empezar a trabajar en el cambio.

Una vez se han establecido los motivos por los que se quiere cambiar la actitud, la consistencia será el siguiente paso. Crear nuevas rutinas y horarios resulta fundamental, así como también puede serlo dedicar más tiempo a la reflexión, al ejercicio, a todo cuanto sea necesario para mantener un buen equilibrio entre lo que se es y lo que se quiera ser. Y, la perseverancia es la clave: es cuestión de entrenamiento y, la constancia y las rutinas son las bases.

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¿Cómo se puede mejorar la aptitud?

Mejorar la aptitud también es posible y, quizá, sea más fácil que mejorar la actitud. Cualquier actividad que nos permita mantener la mente en forma es esencial para mejorar la aptitud. Además, es fundamental establecer qué se quiere conseguir para poder enfocarse a ello. Y, una vez los objetivos están definidos, se trata de buscar la formación adecuada que dirija hacia ellos.

Cuando hablamos de la formación, se debe tener en cuenta que esta debe ser tanto a nivel teórico como práctico, de modo que la persona no solo pueda aprender los nuevos conceptos, sino que debe saber llevarlos a la práctica. Y, lo más importante, ver si se siente cómodo con ellos. De este modo, se podrá seguir creciendo como profesional, lo que, sin duda alguna, también llevará a un crecimiento personal.

Actitud y aptitud son términos muy parecidos a simple vista, pero guardan diferencias entre ellas. Tanto en lo profesional como en lo personal, la actitud y aptitud deben ser tenidas muy en cuenta, pues de ellas dependen el éxito de una persona en la vida. Mejorar actitud y aptitud debería ser, pues, uno de los objetivos en la vida de cualquier persona.

Actitud y aptitud: diferencias básicas

Nuria Capdevila