¡Anda! Qué pregunta más interesante. Primero de todo decir que me pone muy contenta que se hable de esto. Soy joven, pero tengo acceso a internet y a personas que ya estaban en el mundo laboral hace 60-40-20 años. Hay opiniones dispares (oh, sorpresa), sin embargo, el grueso coincide en que “ibas a hacer tu trabajo y punto”. Es como el concepto de “aprendido vienes desde casa”. “Sí, yo como empleado te aporto X, no obstante, también tendrás que darme algo para que me apetezca venir, digo yo”.

Que nos hemos vuelvo exigentes no te lo niego, que nos encanta creer en un mundo ideal también (te recomiendo escuchar con los ojos cerrados la canción de Disney. Hoy me la encontré por casualidad y me hizo feliz) y hay muchos motivados que exigen antes de hablar.

Ok, sabemos de qué hablamos (ey, no señales a nadie, queda feo y solo resta), pero ¿qué pasa con aquellos que “hacen su trabajo” y nadie les dice nada? Referenciando a las diferentes generaciones (la austera, la ambiciosa, la obsesionada por el éxito, la frustrada y la irreverente).

¿Sabes qué concepto se repite en cualquier generación? El reconocimiento. Aquella palmadita en la espalda, aquel “good job”. Desde mi humilde opinión, lo que diferencia a una buena empresa de otra es el reconocimiento a sus empleados (no hablo de la que más factura, sino de la que mejor clima tiene). Como compañía no podemos asegurar que las personas que trabajan con nosotros (y no para nosotros, ojo) son felices.

Básicamente porque primero, ¿qué es la felicidad? Por favor, sigue leyendo, no pienso ponerme filosófica. Simplemente lo planteo para enfatizar que no hay una única respuesta porque la felicidad es subjetiva. A Cris le puede hacer feliz ir de compras y a Ariel provocarle un estado de nervios horroroso.

Teniendo clara esta afirmación, tal vez nos convenga hacer que nuestros empleados relacionen ese estado de felicidad con nuestra empresa, ¿verdad? Ya ni hablemos de hacerlo por una cuestión moral, que es lo principal.

Acordándome de un concepto que escuché de Mario Alonso Puig, como él bien dice, “los pensamientos generan sentimientos, no podemos separar una cosa de la otra”. Por eso, ¿no crees que sería bueno crear políticas de RRHH para que las personas relacionen el nombre de la compañía con un sentimiento positivo? El sentimiento, a su vez, provoca una actitud positiva o negativa hacia aquello que pensó y, por ende, lleva a la acción.

Si no existiera relación entre felicidad y productividad, ¿por qué iba Alex a levantarse muy pronto y con un fantástico humor estando de vacaciones cuando en épocas normales el momento despertador le resulta fatídico?

Si un empleado… Es feliz, estará más motivado.

Si está motivado, gestionará mejor sus emociones.

Si gestiona mejor sus emociones, tomará mejores decisiones.

Si toma mejores decisionesdisminuirá el riesgo de error (o por lo menos se arriesga ¿sabes las oportunidades que se pierden por pensar demasiado las cosas? Despierta, lo perfecto no existe) y obtiene resultados, estando orientado a la tarea y con la mejor actitud posible.

Por ello, como empresa, querrás ayudarlo a desarrollar su talento porque sabrás que, si es feliz, creará buen ambiente, se adelantará a los problemas (no los creará) y será un embajador de tu marca. En consecuencia: más productivo.

La siguiente pregunta sería ¿y cómo hago para que mis trabajadores sean más felices? Bueno,
eso da para un libro.

Deseo que seas muy feliz, por ende, muy productivo.

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«Si un empleado es feliz, estará más motivado»

Ximena Duyos

¡Hola lector! Soy amante de la risa contagiosa, de los gatos, psicóloga especializada en RRHH y fiel creyente del poder del buen manejo de la voz interior.
Actualmente soy consultora de formación en Adecco Learning & Consulting desde donde ayudo a las organizaciones a tener plantillas felices.
Amanda Pérez